Salir de excursión. De El Prado sale un convoy de casi una
decena de vehículos uno detrás de otro, con rumbo a Navacerrada. Poca gente ha
pensado alguna vez en ser ardilla. Lo habitual es que uno desee ser algo más
vistoso, como un águila, o un león (los más atrevidos se imaginan ser un oso),
pero convertirse por un rato en uno de estos animalitos, hace ver lo arriesgado
y emocionante que es pasar de árbol en árbol a base de saltos, descuelgues,
alguna que otra pirueta. Así, el “De Pino a Pino” te hace mirar como las
ardillas, y a la vez darte cuenta de que es imposible ser una de ellas. La
instalación forma una ruta por los árboles a base de puentes, redes, tirolinas,
lianas… Aunque siempre se va atado con un arnés a un cable de seguridad, es
difícil que se te quite el revoltijo en el estómago cuando a casi diez metros
de altura sientes que vas a perder pie en la temida pasarela brasileña. Pocos
se deslizan por las tirolinas sin palpar que todo esto va muy deprisa (te sale
fácil lo de gritar). Y nadie se baja de los árboles sin ser mínimamente
consciente de lo que sabe una ardilla.
By Davides and Robert Doisneau